El Samain (Samhai en gaélico) es una festividad de origen celta que tiene orígenes muy antiguos.
El año celta estaba organizado en torno a cuatro fiestas fundamentales de las cuales dos estarían asociadas a la apertura y cierre de las estaciones: Samain, 1 de noviembre, comienzo del invierno (estación sombría); Beltain, 1 de Mayo comienzo del verano; Lugnasad, 1 de agosto, coincidía con el inicio de recogida de los frutos y en honor al dios Lugh; Imbolc, 1 de febrero, celebración de ceremonia obligatoria.
La noche del 31 de octubre comienza el nuevo año celta y es la fiesta en honor de los muertos (invierno = oscuridad = muerte). Creían que el alma era inmortal y que en esta noche la ventana que separaba el mundo de los vivos y el de los muertos desaparecía y que la víspera de Samain las almas de los muertos regresaban a visitar sus antiguos hogares terrenales. Para mantener a estos espíritus contentos y alejar los malos de sus hogares se les dejaba comida o dulces fuera de sus hogares.
En el Samain se encendían fuegos sagrados frotando ramas de "serbal y tiexo" con estas cenizas se alimentaban los campos de todas las casas. También era costumbre tallar nabos de gran tamaño, y posteriormente calabazas. Y ponerlas a las puertas de las casas y en los cruces de los caminos (donde, tras la “adaptación” de las tradiciones al cristianismo se encuentran los “cruceiros”).
Después de que los romanos conquistaran a los celtas, estos influenciaron el mundo céltico con sus festivales a la diosa romana de la cosecha, Pamona; y más adelante con la llegada del cristianismo. Los cristianos consideraban que los celtas adoraban al diablo, aunque el diablo nunca existió en la religión céltica. En aquella época se determinó que la manera de convertir a los celtas al cristianismo era adoptando el festival de los celtas y convertirlo en uno cristiano. Así el primero de Samain se convirtió en el día de Todos los Santos de donde deriva el nombre de Halloween en inglés.
La costumbre de preparar comida para los muertos, es la que convirtió en lo que hoy hacen los niños yendo de casa en casa pidiendo dulces. Que nos parece que se ha “importado” de Estados Unidos, aunque aquí se ha mantenido. Debido a la “absorción” cultural del cristianismo, en la fiesta de todos los santos no se podía hacer digamos mucho cachondeo, y la única festividad permisiva era el Carnaval. Aún hoy en muchos pueblos de Galicia es costumbre disfrazarse y recorrer las casas de los vecinos. Cuando en tu casa recibes a visita de una especie de “Santa Compaña” (otra tradición relacionada con los muertos), debes recibirlos en tu casa (sin saber quiénes son) y darles de comer y beber (sobre todo beber). En caso de no hacerlo, atente a las consecuencias (el famoso “truco o trato”).
Además de la tradición de las calabazas, en Galicia hay una serie de costumbres ancestrales por estas fechas, como dejar un espacio en la mesa o raciones de comida para los difuntos, o hacer collares con castañas nuevas.
Respecto a las calabazas, antes de que llegara la patata, uno de los alimentos fundamentales era la castaña. La castaña fue introducida en Galicia por los romanos, y antes de ellos, la Calabaza era uno de los alimentos fundamentales. De hecho, es la estrella de algunas de las tartas más típicas de Galicia.
Revisión:
Antes de cada salida hay que revisar el contenido del botiquín, prestando especial atención a las fechas de caducidad. Para esta revisión, la mejor ayuda que podemos tener nos la proporcionará la lista de contenido.
También por supuesto, después de cada uso. Incluso debería revisarse cada vez que sea abierto. Hay organizaciones en las que los botiquines tienen un sello, y siempre que se rompa el sello, se revisa todo el contenido del botiquín.
Medicamentos:
Si tienes dudas con algún medicamento, la única persona a la que le debes pedir consejo es a tu médico o farmacéutico (tal como dicen los anuncios).
Las tijeras:
En casi todas las listas y en muchos botiquines comerciales, aparecen las tijeras como un elemento imprescindible. Analicemos por un momento el uso de estas.
Unas tijeras nos servirán para cortar tiritas, vendas, gasas, si acaso la piel rota de una ampolla y en caso de problemas serios la ropa de un accidentado (si es una tijera de verdad, claro). Si llevas una navaja multiuso, es posible que ya lleves unas tijeras encima (pequeñas, pero tijeras). Y aunque no lleves un trasto como ese, siempre deberías de llevar una navaja. Una buena navaja, con un buen filo sirve para muchas más cosas que para hacerse el bocadillo. Llévala bien afilada y no necesitarás las tijeras.
Me puedes decir, que tienes unas tijeras plegables que son muy pequeñas y que no pesan. Si, yo también tengo unas. No valen la pena. No he visto nunca una tijera plegable que sirva para algo más que para cortar el hilo que sobra cuando zurces los calcetines. Incluso las tijeras (plegables o no) que suelen venir con los botiquines (incluso cuando son productos de calidad, y por tanto caros), no son mejores que las que usan los niños en el colegio.
Y si no te ves cortando la piel rota de una ampolla con la navaja con la que te has hecho el bocadillo y has estado cortando cordinos viejos, puedes llevar una hoja de bisturí. Es estéril, corta de verdad, ocupa poco y pesa menos.
El esparadrapo:
Repitamos el proceso de análisis. El esparadrapo sirve para fijar vendajes y a veces, puede servir para proteger la piel de rozaduras. Yo nunca lo llevo. Lo que siempre llevo es un rollo pequeño de lo que se denomina “cinta americana” aunque no la considero realmente como parte del botiquín. Más bien es lo que yo denomino un “equipo multiuso de reparaciones”. La cinta americana sirve para lo mismo que el esparadrapo y para mucho más. Con ella puedes reparar casi cualquier cosa (desde una mochila a unas botas, pasando por una cremallera), y va realmente bien para los cortes y desgarros en las polainas, tiendas, y pantalones y chaquetas impermeables.
Guantes:
Como decíroslo, los guantes en el botiquín son como el casco en la escalada. Unos guantes de látex (de tipo quirúrgico) pesan muy poco y ocupan poco también. Pero te proporcionarán seguridad. No digo más.
Manta térmica:
Siempre debemos llevar una, aunque muchas personas no la consideran parte del botiquín. Como yo siempre llevo las dos cosas, dentro del botiquín ocupa demasiado, y no importa mucho que se moje, la llevo sujeta la bolsa del botiquín con una cinta de velcro. Además una cinta de velcro como esa vale para muchas cosas.
Aguja e hilo:
La aguja y el hilo son junto con algún líquido desinfectante la mejor forma de que una ampolla no te arruine el día. No deberían de faltar nunca. Además te sirven para arreglar la ropa :-).
Tiritas:
¿Hay algo que decir de las tiritas que no se haya dicho ya? Si, una cosa, si viajáis con niños, algunas tiritas de dibujos, harán que recuperen antes la sonrisa tras un “accidente”. Si no tenéis con dibujos, con un rotulador y un poco de imaginación se pueden decorar “a medida” en el momento.
Espero que algo de todo lo dicho os sea de alguna utilidad. Y como el que tiene boca se equivoca, si he metido la pata en algo, por favor indicádmelo para corregirlo.
Tened cuidado ahí afuera.
Continua: Botiquín de Montaña (IV):Actualización.
Contenedor:
El contenido del botiquín debe ir en un contendor, envoltorio, bolsa o caja que sea fácilmente identificable por cualquier persona como botiquín. Puedes comprar una bolsa específica de botiquín o puedes adaptar algo que ya tengas.
Si tienes una bolsa que puede ser adecuada, con un rotulador, pintura o incluso cinta aislante, puedes hacer una cruz (roja, o bien blanca sobre fondo rojo) para que sea identificable. Incluso, si no tienes otra cosa, una bolsa de plástico hermética (de las que se usan para congelar comida) puede servir para un apaño.
Una característica que creo fundamental es que se pueda abrir fácilmente incluso con guantes.
Además el botiquín debe ser estanco, para que su contenido se mantenga siempre seco bajo cualquier circunstancia, pase lo que pase.
Otra característica deseable sería que el botiquín fuese rígido, de forma que soporte caídas y presiones sin que el contenido se vea afectado. Aparte de las cajas metálicas de aluminio que recomienda el comité ya citado, también se pueden usar cajas de plástico (tipo fiambrera) o botes de policarbonato. Si eliges una fiambrera de plástico, asegúrate de que es estanca (no todas lo son) y que sea resistente. Las de tipo “tuperware” de toda la vida son las mejores para este uso, y las hay de todas las formas y tamaños.
Distribución:
Todo el contenido del botiquín debería estar clasificado y separado según el tipo de material. Por ejemplo, los medicamentes se pueden meter dentro de una pequeña bolsa de plástico hermética. Las tiritas en otra. Las gasas y otros materiales de curas en otras, etc. Estas bolsas además de mantener organizado el botiquín, protegen el contenido de posibles derrames de líquidos en el interior, por ejemplo, si se rompe el envase de de algún líquido que forme parte del botiquín.
Junto a cada medicamento debe incluirse el prospecto del mismo, por si surgen dudas acerca de su uso, dosis o interacción con otros medicamentos.
Lista de contenido:
Es imprescindible (y debería ser obligatorio en los botiquines que se venden), que el botiquín disponga de una lista con el contenido, pero además, en esta lista, además del nombre de cada componente y su cantidad, deben aparecer las fechas de caducidad de cada componente. Y no me refiero sólo a los medicamentos. Cualquier material estéril tiene caducidad. Incluso las vendas (si son autoadhesivas) caducan.
Esta lista nos permitirá de un vistazo, saber cuando necesitamos renovar algo del botiquín. Y si esta lista está en el exterior, mucho mejor. Cualquier persona que necesite usarlo, podrá conocer su contenido sin tener que abrirlo, y sabrá si lo que necesita está disponible o tiene que buscarlo en otro sitio.
Para evitar malentendidos, la lista que se muestra es sólo un ejemplo (vamos, que no es la de verdad).
Como habréis visto en la foto, uso una bolsa de botiquín estanca, que dispone de un pequeño bolsillo interior con una ventana transparente que me permite llevar la lista de contenido del botiquín a la vista. Realmente no se si quién diseñó este botiquín pensó en ese uso, pero es perfecto para ello. Cuando lo compré, en ese lugar venía una tijera plegable que no uso (en el siguiente artículo hablaremos de tijeras, entre otras cosas).
Continúa en: Botiquín de montaña (III): Otras recomendaciones
En todas las salidas a la montaña es imprescindible llevar siempre un botiquín adecuado. En eso estamos todos de acuerdo.
En lo que nunca nadie está de acuerdo es en lo que se debe de llevar en él. Y no estamos de acuerdo, principalmente, porque según las actividades y el lugar en que se realicen, el contenido del botiquín debe ser diferente.
También las personas somos diferentes. Por eso nunca encontraremos un botiquín que se adapte a todas las personas, a todas las actividades ni a todos los lugares del mundo.
Lo importante es “adaptar” el contenido del botiquín a la actividad, duración, lugar y personas. No es lo mismo una salida en la que sólo vamos a caminar por una pequeña montaña, a una hora de la “civilización” que una actividad que nos mantenga aislados a varias horas (o días) de poder obtener ayuda.
Tu botiquín debe tener lo necesario para tu actividad, pero que no sea tan grande y pesado que luego te dé pereza llevarlo. Es mejor un botiquín pequeño que se lleva siempre que uno muy completo que siempre se queda en el coche (o en casa).
Como yo no soy médico, ni profesional de la salud, no voy a ser yo quien te recomiende tal o cual medicamento, o si debes llevar tal o cual material de curas.
Puedes comprar un botiquín completo para “montañeros”. En general pagarás más dinero y no siempre traen los materiales adecuados. Una opción mejor es que te lo hagas tu mismo (así lo adaptas a tus necesidades).
Para preparar tu botiquín debes buscar algún contenedor adecuado (luego hablaremos de ello) y elegir los componentes del botiquín. Con una visita a tu médico o farmacia obtendrás los medicamentos que necesites. El material de curas lo puedes comprar en la farmacia o en un hipermercado (más barato, aunque a veces no de la misma calidad).
En muchas páginas, y en muchos manuales de montaña encontrarás listas de contenido de botiquines de todo tipo (no todas correctas ni adecuadas), que podrás usar como punto de partida para hacer tu botiquín.
Si quieres una lista de botiquín algo más fiable, puedes consultar alguno de los botiquines recomendados por el Comité Internacional de Socorro Alpino (CISA/IKAR), o por la Comisión médica de la UIAA.
Puedes descargar estas listas aquí (si falla algún enlace, por favor, avísame):
* Lista IKAR-CISA.
* Lista UIAA.
Pero tampoco te lo tomes al pié de la letra, recuerda que debes adaptarlo a tus necesidades y actividades.
En el siguiente artículo hablaremos del contenedor del botiquín y de algunas cosas más.
Continúa en: Botiquín de Montaña (II): Contenedor y distribución
Cuando visito los Ancares, aparte de los habituales corzos, es posible ver algunos otros animales (si madrugas, claro).
Entre estos, es posible encontrar caballos, águilas, ardillas, jabalís (bueno, no los he visto, pero si sus huellas), lobos (muy difícil, pero posible), y dicen que queda algún urogallo.
También dicen que un oso de la vecina Asturias, pasa por allí todos los veranos de camino a la sierra de "O Caurel".
Pero lo que es seguro que te vas a encontrar (en verano) es a especímenes de este tipo:
Son vacas semi-salvajes (algunas), que por lo que parece estan curdas ya de todo espanto. No se lo que pensarán cuando nos ven a esos extraños seres, vestidos de colores que no se sabe muy bien que andan haciendo por aquí.
Lo que si es seguro, que allí donde subas, seguro que antes ya ha subido una vaca, lo que pasa es que no tendría tarjeta de cumbre para dejar en el buzón...
Cuando la niebla te envuelve en la montaña, puedes perder el camino. Si además todo está cubierto por la nieve, a veces, casi no sabes si subes o bajas.
Puede ser un momento peligroso. Lo que parece una suave ladera, puede ser un cortado peligroso. Además es imposible apreciar bien las distancias. Lo que parece una enorme roca en la lejanía se resulta ser un pedrusco a pocos metros de nosotros.
La niebla, como su nombre indica, todo lo nubla. Y puede hacernos perder fácilmente el camino. incluso con nieve, puedes acabar caminando en círculos.
En estas ocasiones, la prudencia y el uso adecuado de mapa y brújula, puede librarnos de algún susto.
Por eso una brújula, un buen mapa y el conocimiento de su uso, es imprescindible en el equipo de cualquiera que salga a la montaña.
Alguno pensará que como lleva el GPS no nocesita mapa y brújula. Creo que es un error. Aparte de que las baterías se agotan (especialmente si hace frio), la niebla y la lluvia pueden afectar a la recepción de las señales de los satélites.
Lo mismo pasa con las brújulas de los relojes. te puedes quedar sin batería cuando más te hace falta. Una pequeña brújula magnética (de las de toda la vida) ocupa poco, pesa poco y nunca falla.
En último caso, antes de "embarcarnos" en un terreno escarpado sin visibilidad, es mejor pararse y "aguantar" hasta que mejoren las condiciones, o un claro en la niebla nos permita proseguir con seguridad.
Y para poder soportar estas condiciones, es imprescindible un equipo mínimo, que nos permita mantenernos calientes y secos (en la medida de lo posible). Pero ya hablaremos de eso otro día.
Este año, quizás debido al cambio climático, parece que el frío no llega. Por si echabais de menos la nieve y el hielo, os muestro un par de fotos del invierno pasado, tomadas en el Collado de Cerreos (Peña Ubiña).
En esta se ve la subida hacia “la Peña”.
Y aquí una vista hacia Tuiza.
Si os fijáis, el aspecto del suelo es un poco raro, esto es debido a que había una gruesa capa de hielo semitransparente y el viento se había llevado la nieve, dejando el hielo al descubierto.
Si, no son gran cosa, pero a mi me gustan.
En muchas mochilas, en el cinturón, se incluye un práctico bolsillo que sirve para llevar, por ejemplo, unas barritas, la brújula, el teléfono, o cualquier otro objeto pequeño que necesitemos tener a mano.
Mi mochila para salidas de un día, no dispone de ese bolsillo, por lo que haremos lo que se dice un “transplante de bolsillo”.
Aprovechando una mochila-bandolera (regalo publicitario) que andaba por casa sin uso, “reutilizaremos” el bolsillo que en las bandoleras de este tipo viene destinado al teléfono móvil.
El procedimiento es sencillo, cortamos la bandolera por encima del bolsillo y soltamos el cierre del otro lado (que mantenemos cosido al bolsillo).
Aprovechamos que la tela de la bandolera es doble, lo que permite meter el cinturón de la mochila entre las dos capas de tejido que quedan por detrás del bolsillo.
Por último, aprovechando el cierre de la bandolera que hemos dejado cosido al bolsillo, lo fijamos al cinturón con una brida de plástico. Otra opción, si queremos dejar un trabajo un poco “más fino”, es fijarlo con una parche de velcro o similar.
Ya tenemos un bolsillo más en nuestra mochila.
Y para aprovechar el resto de la mochila bandolera (que aquí se aprovecha todo y no se tira nada), creo que me voy a hacer una bolsa para los gatos. Pero eso ya es otra historia…
¿Quiere perder peso? Pregúnteme como.
No, no os voy a decir que os pongáis a dieta vosotros, pero lo que si podéis hacer es poner a dieta vuestro equipo.
Si vamos más ligeros, podemos ir más rápido (si fuese necesario), reservando fuerzas, y en determinadas situaciones ir rápido y con reserva de fuerzas es ir mucho más seguro.
Ahorrar peso en la ropa, material de vivac o de escalada es posible, aunque no siempre es fácil y seguro. Donde si podemos ahorrar peso sin mayor problema es el material que usamos para cocinar y comer (hornillo, potas, etc.). Veamos algunos ejemplos:
Hornillo.
Un hornillo clásico no pesa menos de 200 ó 300 gramos, con algunos monstruos de más medio kilo. A menos que te embarques en una expedición en la que hay que cocinar para muchas personas, un hornillo ultraligero debería ser suficiente, para la mayoría de las ocasiones. En el mercado puedes encontrar hornillos con muy buen rendimiento y muy buen precio de menos de 90 gramos de peso.
Si lo que necesitas es un hornillo con paravientos, no te preocupes, no es necesario cargar con un hornillo de medio kilo o con un paravientos de aluminio de 300 gramos. Con un poco de papel de aluminio puedes hacer uno a medida de tu hornillo. Además como lo puedes adaptar a tu pota, perderás menos calor y obtendrás un mejor rendimiento.
Incluso si necesitas un hornillo con más rendimiento o para usar en climas más fríos, tienes hornillos de menos de 200 gramos que incorporan sistemas de precalentamiento del gas y bombona separada.
Si vas a subir muy alto, seguramente estos hornillos no te servirán y necesitarás uno de combustible líquido. Uno de este tipo siempre pesará un poco más que uno de gas debido a la válvula de combustible y al sistema de bombeo. Busca y compara, las diferencias de peso de los hornillos de mercado son muy importantes. Los hay de menos de 250 gramos.
Potas, cacerolas y demás:
Puede que alguna vez hayas pensado en comprarte una batería de cocina de camping. Si, de esas que vienen 2 potas, una sartén, tapas, pinzas para las potas, etc. Piénsatelo dos veces. Un conjunto de artefactos como ese pesará unos 700 a 800 gramos en aluminio y hasta un kilo en acero. Aquí puedes ahorrar con otro material: el Titanio. El problema es que es bastante más caro y hasta hace poco no era fácil encontrar potas de titanio en nuestro país.
Pero todo tiene solución.
En vez de comprarte toda una batería, organízate, ahorrarás peso y dinero. No creo que en montaña cocines dos platos para cenar. Una sola pota te debería llegar, y no muy grande. Un cazo de entre 0,7 y 0,8 litros debería de ser suficiente para hacer un plato de pasta para dos personas. Y si necesitas más capacidad, no es mala idea de que cada uno se lleve su cazo.
Si en vez de aluminio o acero eliges titanio, conseguirás un ahorro de peso considerable. Tienes cazos de 0,7 litros con un peso de 125 gramos con asa y tapa incluida (como el de la foto). Y apenas es más caro que típica batería de camping.
Si lo tuyo es ahorrar peso a tope, tampoco necesitas tapa, igual que con el paravientos, con un poco de papel de aluminio te puedes hacer una. Si, se romperá, pero para lo que te ha costado, te puedes hacer otra cada vez que salgas. Y si el cazo no es muy grande, el mismo cazo te sirve de taza, y te ahorras otros 50 gramos por lo menos. Un cazo de este tipo puede tener otra ventaja. Algunos están pensados para que dentro se pueda llevar el gas e incluso el hornillo. Así todo ocupa un poco menos.
Cubiertos:
Por último, los cubiertos. Los típicos de camping, de acero, pesan unos 100 gramos. Replantéate tu forma de comer. ¿Necesitas de verdad un cuchillo?, yo creo que no. Deberías de llevar siempre una navaja, y una navaja es un cuchillo plegable (30 gramos menos). Además los cuchillos de camping, en realidad apenas sirven para nada, casi no cortan. Si quieres cortar el chorizo que te has traído de casa, lo acabarás haciendo con tu navaja.
Vamos a por el tenedor… no creo que te subas un filete, lo habitual es que cocines pasta, arroz o algún plato preparado. Incluso aunque te lo curres y hagas platos sofisticados, el tenedor sobra. Con una cuchara puedes comer cualquier cosa, incluso una tortilla. Mejor déjalo en casa (otros 30 gramos menos).
Bueno, nos queda una cuchara, de unos 35 o 40 gramos. Sí, no es mucho, pero ya dice el dicho “ahorra los gramos, que los kilos se ahorran solos”. Hay cucharas de titanio de menos de 20 gramos, y cuestan menos de lo que crees.
Si todavía no te he convencido de dejar el tenedor en casa, prueba con este invento: el “spork”. Te estarás preguntando que clase de artefacto puede tener este nombre. Un “spork” es un hibrido entre una cuchara (spoon) y un tenedor (fork). En la siguiente foto tenéis un ejemplo de “spork" en titanio, con un peso de 16 gramos. ¿Alguien puede dar por menos peso?
Conclusión:
Entre una combinación clásica de hornillo + batería de cocina + taza + cubiertos de unos 1200 gramos a una de hornillo ultraligero + cazo de titanio + cuchara, nos podemos llegar a ahorrar casi un kilo de peso. Y un kilo, sólo en los artilugios de comer es mucho.
Y no creáis que cuesta mucho más dinero, sólo hay que buscar un poco.
Felices ascensiones.
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Como (acertada) sugerencia de "Mcanada", incluyo aquí otro material ultraligero que nos puede solucionar perfectamente el tema de los cubiertos: el Policarbonato.
Unos cubiertos de policarbonato pesan menos de 40 gramos, y si llevamos sólo la cuchara serán 11 gramos. El precio, imbatible, menos de 3 €, .
Saludos.
A veces casi parece que esté jugando conmigo. Ahora me vés... ahora no.
A veces, cuando alguien me pregunta (cuando voy a subir a alguna cumbre), ¿que hay arriba? yo les respondo "Nada". Normalmente el que pregunta se queda un tanto pensativo, no se si calibrando mi respuesta o dudando de mi cordura.
Y cuando estoy allí, a diferencia de otras cumbres en las que encuentro la satisfacción de la llegada a la cima, siento una cierta amargura. Pues además del recuerdo del compañero desaparecido, aparece el recuerdo de otro desaparecido (primo también), miembro del citado club, muerto igualmente joven. Cuya muerte también, a pesar de no ser tan repentina, no fue menos cruel y dolorosa.
Sed buenos con los que quereis... antes de que se vayan.
Es habitual que cuando en montaña, ya sea verano o invierno, queremos asegurar un paso un poco complicado, una cresta o cuando cruzamos un nevero un poco inclinado, usemos los que se llaman cuerdas de Rando, Randonee o Trekking. También pueden venir muy bien para hacer un rapel en vez de hacer un destrepe complicado.
Estas cuerdas son muy populares debido sobre todo a su poco peso, un poco más de 1 Kgr frente a los casi 3 kgr o más de una cuerda de escalada, lo que hace que no nos de pereza el llevarla siempre encima. Lo que mucha gente no sabe, es que este tipo de cuerdas, en realidad son cuerdas gemelas, pensadas para ser usadas en doble pasando la cuerda por todos los seguros.
El problema es que estas cuerdas no están exactamente pensadas para ese uso. El uso real de estas cuerdas es el encordamiento glaciar y el encordamiento en el que el guía lleva tensa la cuerda para evitar la caída de su cliente... y poco más.
Si lo que queremos es una cuerda que nos evite situaciones de peligro en montaña, deberíamos optar por una media cuerda, es decir una cuerda pensada para ser usada en doble, pero alternando los seguros.
Y me diréis, que este tipo de cuerdas pesan más, cuestan más... pues no, no es del todo cierto. Hagamos una pequeña comparación con algunas de las cuerdas que se encuentran en el mercado (todos los precios incluyen IVA):
Como vemos, las diferencias de peso realmente no existen si usamos diámetros similares. Y las diferencias de precio son pequeñas, sobre todo si tenemos en cuenta que muchas de las cuerdas dobles tienen tratamientos hidrófugos.
Las ventajas respecto a la seguridad de usar una cuerda doble frente a una gemela o de rando son muchas y como único inconveniente, el que no hay cuerdas dobles de 30 metros. Pero esto tiene fácil solución, 60/2 = 30, busca un amigo, comprais una cuerda a medias y se corta. Además, como en el mercado hay cuerdas de 70 metros, puede que 5 metros extra vengan muy bien en un rapel justito.
No creo que los 15 - 20 € que puedes pagar a mayores por una cuerda de este tipo sea un inconveniente si tenemos en cuenta el mayor grado de seguridad.
Y cuando la cosa se ponga fea, y hay que trepar de verdad, usándola en doble, tienes 15 metros de cuerda de verdad para escalar.
En muchas cumbres hay buzones de cumbre donde dejar y recoger las tarjetas de cumbre. En unos cuantos, hay incluso libros de cumbre en los que anotar tu ascensión o tus impresiones.
Hay buzones de todo tipo, algunos son auténticas obras de arte, otros, son tubos o cajas de acero o aluminio, y algunos, como el que os presento hoy, son lo que en mi tierra llamamos "enxebres".
Hace unos días en la cumbre de Peña Rubia (Ancares), encontré una tarjeta de cumbre que llevaba allí desde Agosto, y no será porque no hayan subido montañeros, sino porque mucha gente que pasa por allí no sabe que hay buzón.
Os doy unas pistas para encontrarlo. Justo en la cumbre hay una placa puesta en recuerdo de un montañero, unos metros a su izquierda, hay una roca con una marca de pintura (señalada en rojo en la foto).
Este buzón, no es más que un hueco en la roca, y tras unas piedras...
... encontramos el buzón.
No es muy grande, no es muy bonito, pero es un buzón.
Para finalizar la serie de artículos sobre la seguridad en rapel, tras la redundancia del sistema y las recomendaciones de seguridad,os doy unas cuntas ideas de lo que no se debe de hacer.
No hay que fiarse de los cordinos y cintas que te encuentras puestos en las reuniones y descuelges. No sabes cuanto tiempo llevan puestos. Y una de las cosas que más degradan la poliamida de los cordinos es la radiación ultravioleta, es decir, el sol.
De las misma forma, muchos anclajes viejos que llevan mucho tiempo en la montaña puede ser muy peligrosos y dar una falsa sensación de seguridad.
Nunca hay que rapelar colgándose de una sola chapa aunque sea un parabolt. Aunque tenga buen aspecto, puede estar mal colocado o corroído interiormente.
No hagas rapel sin el equipo adecuado. Aunque hay métodos para rapelar sin arnés o sin descensor que conviene conocer, sólo se deben usar en casos de emergencia (si se han entrenado previamente en un lugar seguro). Y al fin y al cabo, en el mercado puedes encontrar arneses que pesan menos de 200 gramos. Aquí el peso no es excusa.
No uses material que no cumpla las exigencias mínimas de seguridad. Los mosquetones deben ser de seguridad y los que puedas encontrar en las ferreterías son para sujetar tus mascotas. De la misma forma, las cuerdas del todo a 100 sólo sirven para colgar la ropa.
No rapeles dando saltos o tirones que puedan sobrecargar los anclajes. Sí, en las películas siempre lo hacen así, pero recuerda, son eso, películas. Y tú estás en la vida real.
No vayas muy rápido, la fricción de la cuerda con el descensor provoca mucho calor y el calor y las cuerdas se llevan muy mal. En un rapel largos, intenta quitar el descensor de la cuerda lo antes posible para que esta no se dañe y ten cuidado para no quemarte con el descensor.
Aunque seas un McGuiver, no hagas bricolaje con los elementos de seguridad. No vale la pena. Tampoco cuestan tanto, sobre todo si lo comparas con las posibles consecuencias.
No hagas el payaso. Los payasos son muy divertidos en el circo, pero sólo en el circo.
Por último, pero no por ello menos importante, no intentes aprender solo, busca a alguien que te supervise en los primeros intentos. Aunque la técnica es fácil, son muchos los puntos en los que te puedes equivocar. Y el primer error puede ser el último.
A lo mejor os parezco un poco paranoico con esto de la seguridad, pero creo que no vale la pena asumir riesgos innecesarios cuando se pueden realizar estas maniobras con total seguridad.
Me gusta ser feliz en la montaña, y para ello, lo primero es la seguridad.
Sed felices. Y como decía un santo: “Sed buenos… si podéis”.
Si tienes dudas en donde poner el autoseguro, mira esto.