Como comenté en un post anterior, hace unos días subí a Pena Rubia, en la sierra de Ancares.
Este pico, no es el más alto ni el más grande, no es el más visitado ni el más fácil, y está un poco a desmano, y sin embargo ejerce una extraña atracción en muchos montañeros.
No se si será su forma, o que se ve desde muy lejos, o que su ascensión es considerablemente más larga que sus compañeros de cordal.
Esta montaña es la primera que ascendí, hace ya muchos años(demasiados), y también la subió (antes que yo) mi padre. Quizás por eso es especial para mí. Aunque supongo que los sentimientos que albergo siempre que llego a ella, se deben a que aquella primera ascensión la compartí con un primo y compañero (que era como un hermano), que años después falleció, de forma cuel y repentina, y demasiado joven (aunque supongo que siempre se es demasiado joven para morir).
Por eso, de vez en cuando vuelvo a ella, como en una peregrinación para purgar los pecados. Aunque no siempre me lo pone fácil. Unas veces es la nieve, otras la lluvia y casi siempre (a menos que vayas en pleno verano) es la niebla.
A veces casi parece que esté jugando conmigo. Ahora me vés... ahora no.
A veces, cuando alguien me pregunta (cuando voy a subir a alguna cumbre), ¿que hay arriba? yo les respondo "Nada". Normalmente el que pregunta se queda un tanto pensativo, no se si calibrando mi respuesta o dudando de mi cordura.
En esta cumbre, por haber, no hay nada (o casi). No hay ninguna cruz, ningún monolito, ninguna caja de chapa haciendo de buzón (buzón si hay, véase un artículo anterior). En su día hubo un vértice geodésico, que supongo que dejando de cumplir su función, con buen criterio se desmontó.
Lo único que hay es un placa en recuerdo de un montañero del Club Peña Trevinca-Montañeros de Galicia.
Y cuando estoy allí, a diferencia de otras cumbres en las que encuentro la satisfacción de la llegada a la cima, siento una cierta amargura. Pues además del recuerdo del compañero desaparecido, aparece el recuerdo de otro desaparecido (primo también), miembro del citado club, muerto igualmente joven. Cuya muerte también, a pesar de no ser tan repentina, no fue menos cruel y dolorosa.
Sed buenos con los que quereis... antes de que se vayan.
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