Refugios libres, normas de uso

En muchas de nuestras montañas nos encontramos con pequeñas construcciones que nos pueden servir de refugio. Algunas han sido construidas exprofeso para este propósito, otras han sido reconvertidas en refugios toda vez que su misión inicial ya no es necesaria.

A estos refugios se les denomina refugios libres, ya que no hay que pagar ni cumplir ningún requisito para usarlos, y sobre todo porque no tienen guarda.

En todos los refugios guardados, y en Internet, encontramos unas normas de uso para los refugios guardados, que si bien son de sentido común, no siempre son seguidas por todo el mundo.

En el caso de los refugios libres, rara vez encontrarás esas normas, que en realidad no deberían hacer falta. Digo deberían, porque la verdad, no es raro encontrar los refugios libres en condiciones lamentables provocadas por usuarios que quizás no deberían haber salido nunca del terreno asfaltado.

Estas normas, pueden ser básicamente:

• No dejes ningún tipo de basura.

Puede que te parezca que una sola lata o el papel de una chocolatina es poca cosa, pero basta una para que todo el mundo que viene detrás haga lo mismo. Y allí no hay servicio de recogida de basuras.

• Deja todo perfectamente ordenado y limpio, independientemente de cómo lo hayas encontrado.

Como no podía ser de otra forma, allí no hay servicio de habitaciones, ni nadie que venga a ordenar y a limpiar cuando tú te vas. Con unas ramas se puede hacer una escoba en un momento. Si no estás dispuesto a hacerlo, no vayas. Seguro que por la zona hay albergues o casas de turismo rural en las que tendrás todo tipo de comodidades.

• Déjalo bien cerrado (puertas y ventanas).

Aparte de que si queda abierto pueden entrar animales y destrozarlo (de cuatro patas claro, que los de dos entran igual), en caso de nieve y ventisca, la nieve puede llegar a llenarlo haciéndolo casi inservible. Y no llega con arrimar la puerta. Algunos tienen un cierre, otros un cordón para anudar, pues cierra y/o ata. Si no hay nada, y se abre hacia afuera, unas buenas piedras pueden asegurar la puerta.

• No enciendas fuego si no es realmente necesario, a menos que lleves tú la leña.

Y sólo si tiene chimenea. En caso de necesidad, si hay leña almacenada, luego debes reponerla. Pero no cortes ramas de árboles, usa sólo lo que haya por el suelo. Por supuesto, antes de irte asegúrate de que el fuego está bien apagado.

• Respeta el mobiliario.

Un pequeño banco o una litera pueden ser la diferencia entre pasar una noche razonablemente agradable o una para olvidar.

• Si puedes, mejóralo.

No digo que subas un somier o una estufa, pero si puedes y sabes arreglar una ventana que no encaja, o una puerta que no cierra, hazlo, te sentirás mejor y es posible que a alguien le estés haciendo un gran favor.

De la misma manera, si te sobra una lata de comida, un sobre de pasta, unas barritas, galletas, una carga de gas que ya no vas a utilizar porque está por la mitad, un trozo de vela, o unas cerillas, no dudes en dejarlas allí. Incluso esa manta térmica o esterilla que vas a cambiar porque está un poco rota. Es posible que alguien en dificultades lo necesite.

No creo que haya que decirlo, pero no dejes comida que no esté perfectamente cerrada en su envase original, que vaya a caducar pronto, o cosas que se estropeen con el calor o el frío. Sobre todo en zonas bajas, aunque no es fácil, procura que la comida quede a salvo de otros usuarios del refugio, como los ratones (gracias Mannie).

• No todos son refugios.

Además de los refugios libre, hay cabañas que en realidad no son tales refugios aunque lo parezcan. Algunas son cabañas de pastores, que sus dueños usan habitualmente, aunque haya épocas en las que están vacías. Muchas veces no es difícil reconocerlas, ya que o bien están cerradas, o contienen los enseres de sus propietarios (camas, cocina, ropa, etc.). En ese caso no entres salvo caso de extrema necesidad ya que en realidad estás cometiendo un allanamiento.

Pero si las circunstancias no te han dejado otra opción y has tenido que refugiarte allí, trata todo con el máximo respeto, y deja todo tal y como lo has encontrado. Y no está de más cuando por fin te encuentres en el valle, preguntar por él y darle cuentas. Si no lo encuentras, puedes dejarle aviso por medio de algún vecino y hacerle llegar tus disculpas, incluso una propina o dejarle pagados unos cafés en el bar del pueblo en muestra de tu agradecimiento.

Recuerda que es su casa, y no tiene ninguna obligación de dejarla abierta o de permitirte entrar en ella.

• Y por favor, no hagas pintadas.

Ni allí ni en ninguna roca, cumbre, hito, ni en ningún sitio. Quizás estés muy orgulloso de haberte conocido. O puede que te sientas como el mismo Messner por haber llegado hasta allí. O pienses que los quintos del 88 son los más hombres de tu pueblo. La verdad, a nosotros (y al resto del mundo), no nos importa.

Creo que está todo, pero si crees que puede añadirse algo, adelante, házmelo llegar.

Deja sólo huellas, llévate sólo fotos.