Ubiña, la grande

Me voy acercando a tí, antes de que amanezca, sigo el camino, que conduce a tu reino, escoltado por el frío de la noche. Y tu ni siquera sabes que estoy aquí. El sol empieza a iluminarte, mientras que la luna nos observa a los dos...


No siempre es fácil acercarse a tí, a veces la nieve, el frio y el viento de la ventisca hace imposible estar junto a tí. Otras veces, el sol implacable calcina nuestra piel, mientras corremos hasta la siguiente roca que proporcione un poco de sombra. Y en ocasines lo pones realmente difícil sino imposible, y las avalanchas y los bloques que a veces sueltas se han llevado la vida de algunos.

Pero aunque tu no sepas que existo, yo te tengo siempre en la cabeza, y te adoro como Romeo a Julieta.

En esta ocasión, no ha hecho falta que me ayudaras a subir (como Julieta a Romeo), ha bastado con que no me lo pusieras más difícil, y he llegado a tu cumbre.

Desde allí he podido observar tu reino, con tus caballeros y corte de cumbres. Unos, desde el norte parecen defenderte de los temerarios que intentar ascenderte. Otros, desde el sur, parecen tus siervos abriéndote paso y guardando los valles que aparecen a tus piés.

Esa eres tú, la reina de los Ubiñas, Peña Ubiña (la grande).

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